El cuerpo como frontera, como entidad con estatuto propio, dique que contiene nuestra subjetividad y que además la integra, ha sido largamente ignorado e incluso despreciado por pensadores que, desde la Grecia clásica hasta la modernidad, preconizaban la superioridad de la razón respecto de la podredumbre y malignidad de la carne. Con el mundo sensible así subestimado, toda noción que aludiera al ser como cuerpo en el mundo, como ser encarnado, como experiencia sensorio-afectiva, no sólo racional e intelectual, resultaba "in-pensable". (Sodely Páez, "El cuerpo y sus usos en el arte contemporáneo"/ Crítica Latinoamericana)
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